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A los pies de la alcazaba árabe se extiende la otra Guadix. Es una ciudad más popular, pero, acaso, con más sabor y sabiduría. Se trata de un barrio compuesto por casas-cueva, es decir, viviendas excavadas en la roja arcilla de la de la zona cuyo origen se remonta a la época de la reconquista.

 

Auténticas viviendas troglodíticas, conforman un barrio verdaderamente adaptado al medio natural, pues, para su construcción, se aprovecharon los pequeños cerros que salpican la zona. Cada uno de ellos, fue prácticamente vaciado y ocupado por unos habitantes que no sólo se beneficiaron de la economía de la construcción, sino también de sus excelentes condiciones para soportar el riguroso y cambiante clima de Guadix. Estas cuevas se muestran frescas en verano y cálidas en invierno y, sobre todo, permiten realizar cualquier ampliación en el momento que se precise, pues basta excavar nuevas estancias profundizando en la misma tierra.

 

En la actualidad, unas dos mil viviendas están ocupadas mayormente por vecinos del mismo Guadix. Antaño, denostadas por ser las viviendas de los más humildes; hoy, se han convertido en un auténtico lujo, asemejándose a una segunda residencia donde pasar el fin de semana o donde, gracias a la cercanía con la villa, acercarse a dormir la siesta en pleno verano.

 

Perfectamente encaladas, sus chimeneas sobresalen en los cerros, conformando una sorprendente visión. Para descubrir su interior, nada mejor que visitar la Cueva-Museo de Guadix, donde no sólo se puede ver cómo es una cueva, sino también acercarse a la interesante etnografía guadijeña. Aunque no es extraño que algún vecino permita el paso al visitante a su propia cueva, dejando traslucir un evidente orgullo.

Guadix y Comarca

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